Pasado, futuro... PRESENTE

Hay días que uno sueña con viajar muy, muy lejos. Y no para huir sino para descubrir. Para no quedarse parcelado por la rutina sino abrir la mente con otros climas, otras vivencias, otras culturas, otras tradiciones distintas a las nuestras. Hace tiempo que me cansé de huir, que me cansé de ponerme barreras, que me cansé de definir mi futuro de manera inequívoca en vez de dejarme mecer por el suave viento del destino. Aunque no siempre es fácil porque esa misma brisa vital nos hace decantarnos hacia diversos y variados estados de ánimo no siempre confortables en demasía.

Hay un lago en Zamora que siempre quise visitar. No para huir, no. Sino para conocer un poco más a esa amiga que me acompañó tanto tiempo en mi vida. No olvidaré las descripciones que hacía pues, aunque su memoria a veces no es demasiado buena(como la mía, todo hay que decirlo), siempre se volvía maravillosamente delicada y rica en detalles al recordar ese lago y le encantaba hablar de él. Se transportaba a sus propias experiencias pasadas y a la mismísima memoria de su familia que introduce sus raíces en esa tierra. Nos encantaba planear viajes. Siempre que nos enfadamos me viene a la memoria ese lugar y pienso que no lo podré visitar porque visitarlo sin ella sería cometer un sacrilegio contra mi propia memoria, contra mis propias experiencias de años y contra esa persona que aunque pasen cien mil cosas siempre tendrá un lugar en mi memoria porque pocas personas te enseñan tanto, con pocas personas uno pasa de ser niño a hombre en un imperceptible parpadear de ojos.

Y la historia, nuestra historia, tiene muchas páginas, muchas páginas que nos hemos echo recordar una y mil veces para que nuestras memorias malas y vagas no olviden lo que no deben olvidar, aquello que de verdad es importante.

Y el mañana nadie sabe lo que nos depara, sabemos el ayer, es lo único ya fijo, lo único que no podemos cambiar. Y por ello paso de quedarme con lo malo cuando en la mayoría de las personas que me han rodeado han habido más cosas buenas que malas. Quejarme sería una vez más mi mayor debilidad. Por ello dije que ya bastaba de quejas sin sentido y de rencores absurdos, ya bastaba de culpabilizar al pasado por el simple echo de estar ahí en vez de agradecerle lo que soy hoy.

Bienvenidos a mi vida, bienvenidos.

Brandon